¡MIS LIBROS DE ESTE MES!

NIEVE

LUCES

lunes, 4 de enero de 2021

UNA LOTERÍA INUSUAL


Como cada 22 de diciembre, el Teatro Real de Madrid espera engalanado uno de los momentos más importantes de la Navidad. Sin embargo, sus protagonistas, que acaban de subir al escenario, se encuentran con una desagradable sorpresa.

— ¡Está vacío!

— ¡Alguien ha robado la Navidad!

— ¿Qué vamos a hacer?

El alboroto dentro de los bombos de la lotería, con sus bolas siempre tan discretas, es tan desmesurado que hasta uno de los vigilantes gira la cabeza para comprobar que no está viendo visiones.

— Calmaos, chicas — dice la bola número dos instándoles a que bajen el tono antes de que el vigilante las descubra —. Este año el sorteo se celebrará sin público ¿No lo habéis oído?

Sus compañeras se miran desconcertadas, todas ellas compartiendo el mismo pensamiento: si no aparece el público y con él la gente disfrazada de abeto, de torero, de bombo, si no hay risas ni festejos ¿Dónde está la Navidad?

— Y los niños ¿vendrán? — pregunta otra bola en el bombo vecino.

— Sí, los niños sí vendrán. El sorteo sigue adelante — responde Dos, para alivio de las demás.

De pronto, la número siete emerge del fondo del bombo ante las quejas de sus compañeras por los repentinos empujones.

— ¡Tenemos un problema! Gorda no quiere participar.

Y así, la bola siete relata a las otras bolas que su compañera Gorda, llamada así no por su tamaño sino por la cantidad de premios gordos en los que ha participado, se niega a salir a escena, porque ha oído que este año todo el mundo quiere que le toque la salud y no la lotería.

Las bolas vuelven a alborotarse. Algunas de ellas repentinamente comparten la opinión de Gorda y adoptan su misma postura.

— Por el amor de Dios, no podemos tener una huelga cinco minutos antes de que empiece el sorteo — suspira Dos — Mirad ¡Los niños ya se están colocando! ¿Les vamos a fallar y a dejar en ridículo no queriendo salir del bombo?

— Ya no nos quieren — afirma Gorda haciendo su aparición. — ¿Veis? ¡Este año ni siquiera hay público!

— Eso es porque no les dejan venir. Pero seguro que nos verán desde sus casas, o nos oirán por la radio — replica Dos con fingida seguridad. Al ver que algunas de sus compañeras parecen interesadas en su discurso, continúa hablando. Tiene que convencer a Gorda, que es toda una institución entre las bolas de lotería, y el sorteo se habrá salvado. Está segura de que entonces las cien mil habitantes del bombo querrán participar. — Además — continúa — ¿Cuántos años llevamos haciendo esto cada 22 de diciembre? ¡Casi doscientos! Y jamás hemos dejado de repartir premios.

— Pero este año no nos les interesan los premios —insiste Gorda.

— Bueno, a nadie le amarga un dulce… — murmura Siete.

— ¿Qué has dicho?

Siete mira a Gorda con valentía. Después de dos siglos  de convivencia, conoce de sobra las artimañas que ésta utiliza para aparecer en tantos premios gordos. Sospecha que cada cierto tiempo se compincha con alguien del bombo vecino para que su dígito salga con el Gordo, aunque nadie lo haya podido probar hasta el momento.

— He dicho que voy a participar. Y que este año voy a salir rodando con más fuerza y alegría que nunca porque la gente de nuestro país lo está pasando muy mal y levantarlo es un trabajo de todos, ¡Incluidas las bolas de la lotería! Así que dejadme sitio, que allá voy — Siete solo se ha alejado un poco cuando, de repente, se gira y dice a las demás — Me voy a dar un premio para que un hostelero pueda reabrir su negocio ¿Quién viene conmigo?

Después de unos segundos de silencio sepulcral, la alegría y el alboroto invaden el bombo.

— ¡Yo voy a dar otro premio para ayudar a las familias! —exclama otra bola siguiendo a Siete.

— ¡Y yo para los empleados de una empresa!

Gorda las mira convencida. Tienen razón, así que afirma: — ¡Y yo voy a salir en el Gordo!

— No — interrumpe Dos con una sonrisa— Lo siento pero este año le toca a Siete.

Y así, junto con sus compañeras Dos, Ocho y Nueve, Siete repartió no solo el premio gordo, si no la pedrea del año 2020.